domingo, 25 de noviembre de 2012

Miras atrás.



La quieres. Es guapa, joder. Para ti lo es. Y te encanta cuando sonríe. Su  risa se te contagia y te devuelve la mirada de cuando eras un niño. No quieres pensar en el futuro, pero de alguna manera no puedes no imaginarlo a su lado. La necesitas. ¿Qué diferencia hay entre querer y necesitar? Te preguntas. La hay, y es grande, pero tú no lo sabes. Te da pánico perderla. Y se te encoge el corazón cuando ella menciona a algún amigo, o te cuenta que otro chico le ha dicho algo bonito. Las palabras se te clavan y empiezas a acumular esa rabia que de momento puedes controlar. Cálmate, no es nada. Pero en vez de decirle algo más bonito tú, te muestras distante un rato para que ella sienta que eso no está bien. Y ella te da un beso y bromea sobre lo mono que eres al ponerte celosín. Y durante unos instantes apartas la mejilla. Pero al momento vuelves, y la besas. Te quedarías siempre a su lado. Ella es justo lo que siempre soñabas tener. Pero, precisamente por eso, todo te parece muy frágil. No es difícil que otro vea lo grande que es. Y ella es muy sociable, y eso aumenta las posibilidades de que de repente encuentre a otro mejor y te deje. Empiezas a mostrarte descontento cuando sale con sus amigos. No es que no quieras que lo haga, por favor, tú también sales con los tuyos. Pero minutos antes de verla irse, siempre discutís por algo, será casualidad. Y siempre al día siguiente tienes que reprocharla que no te mandara más mensajes. Cuando tú sales le mandas cinco, y eso debería ser razón para que ella te mandara también mínimo esa cantidad. El amor es una cuestión de intercambio justo, piensas. Y no ves bien que te escriba solo un par de veces. Ella te sonríe y te dice que no hay de qué preocuparse, que te quiere, que eres lo mejor que ha tenido nunca. Y es verdad, pero tú cada vez eres más incapaz de verlo. Esa rabia que al principio parecía sostenible poco a poco se ha ido haciendo hueco en ti, y a veces te nubla la visión. Pero no te das cuenta. De repente un día te cuenta que un compañero le ha pedido una cita. Te explica que le ha dicho que no, que tiene novio y que le quiere mucho, que ni se le pasa por la cabeza. Pero tú tienes serias dudas. Y decides que es mejor no dejarla ir sola a la universidad. Así que de repente empiezas a estudiar con más frecuencia en su biblioteca. Siempre la esperas a la salida de clase. Te encanta verla salir y buscarte con la mirada. La sientes muy tuya. De repente un día la ves salir con él. Es jodidamente guapo. Se despiden amistosamente y ella te mira con sus ojos alegres y te empieza a contar cómo ha ido su día. Pero no puedes pensar en otra cosa. Estaban juntos. Y de repente por cualquier cosa que ni recuerdas, empezáis a discutir. Y no sabes por qué, pero la coges del brazo muy fuerte, muy muy fuerte. Sientes que tienes el control sobre sus siguientes movimientos. Crees haber notado desgarrarse la camisa que lleva. Ves el miedo en sus ojos, la cara de no entender nada. Y la sueltas. Y momentos más tarde la besas y la explicas que no te gusta que esté con él. Que sabes que tiene malas intenciones y que no quieres que se interponga entre lo vuestro. Que lo vuestro es precioso y no podéis dejar que haya personas intentando destruirlo. Pero la rabia es grande, cada vez más. A veces ya no sabes si es más grande el amor/necesidad o la rabia. Y no sabes cuántos episodios más de pellizcos en el brazo han pasado hasta que de repente un día la das una hostia en la cara con la mano abierta. Vuelves a ver ese miedo en sus ojos. En los últimos agarrones la cara de miedo se había convertido en cara de costumbre, casi en súplica de tranquilidad. Pero la cara de miedo y esos ojos temblorosos han vuelto. Y te sientes mal, pero no la pides perdón. Tiene que aprender que tiene que cuidarte. Porque para ti cuidarte significa dedicación exclusiva. Y lo está haciendo bien, porque cada vez sale menos y se ha distanciado de esas amigas que le habían dicho que quizá tu conducta no era la adecuada. No son nadie para meterse en lo vuestro. Y gracias a Dios ella lo ha entendido y se ha distanciado. Eran mala influencia. No hay nada más puro y bonito que lo vuestro. Y así, poco a poco, vas mejorando la relación. O quizá no. Porque cada vez las discusiones son más frecuentes. Y porque cada vez puedes pasar menos tiempo sin ella. Ella no te deja solo para que no tengas opción a pensar que está con otro, y tú no puedes dejarla sola porque cuando no está tu mente no para de dar vueltas y hasta te duele el pecho imaginando qué estará haciendo. A veces se salta clases para estar contigo. Y los buenos ratos juntos compensan todos los malos. Eso ella lo repite mucho. Siempre dice en alto que en lo bueno eres el mejor. A veces dudas de si se está intentando autoconvencer para no dejarte. Pero luego la ves sonreír y hacerte regalos y comerte a besos y se te olvida. Se nota que te quiere. La quieres para siempre a tu lado. Y de repente un día por alguna de las razones más tontas, porque el tiempo y la tensión de tanta discusión han hecho que lo más absurdo se pueda convertir en un motivo de cabreo, le das una paliza de las grandes. Le salen moratones. Inventas excusas para no verla los días después porque algo se te revuelve en el interior al ver las marcas. Pero joder, es que no te entiende, y no se da cuenta de que no lo hace bien. Y te pone nervioso, te saca de tus casillas y no te queda otra que pegarla. Y así más y más, hasta que un día en una de esas palizas te pasas un poco, y de repente todo acaba. Porque, por suerte, y aunque ella creía que estaba sola, alguien ha visto sus moratones y sus heridas, y le ha pedido explicaciones. Y ella por fin se ha derrumbado. Y es que aunque le costará mucho tiempo verlo, al final ella también te necesitaba en vez de quererte. Y te has quedado solo. Has sido lo más importante en su vida, al principio para bien, al final para mal. 

Y de repente lees esto y te das cuenta de lo fácil que habría sido cambiar algunas cosas. Unas pequeñas cosas que harían que hoy la tuvieras a tu lado. Como estas:

Es mucho mejor ver el piropo que otro le ha dicho y doblar la apuesta, decirle tú algo más bonito aún.

Mola más salir una noche y encontrártela en un local, riéndose con sus amigas, y ser feliz dándole un beso en mitad de la pista, que quedaros los dos en casa para calmar tu miedo a perderla viendo una peli con palomitas.

Gusta mucho más ver cómo se le quedan los labios enrojecidos al besaros que tener que enfrentarte a ese moratón que le has hecho en el ojo. 

Es mucho mejor hablar las cosas que no van bien con calma, tumbados en la cama abrazados, a gritarle y que tenga que venir un señor en la calle a separarte de ella. 

Queda mejor creer en su palabra a hacer el ridículo espiando su teléfono mientras va al servicio. 

Es mucho más tuya cuando te prepara una fiesta sorpresa con tus amigos por tu cumpleaños que cuando tú la llevas de viaje a otro país los dos a solas por el suyo. 

Vale más cuando de entre todas las opciones que tiene un viernes, te elige a ti, que cuando lo hace porque le has hecho quedarse sin otras opciones.

También es mucho mejor romperle unas bragas en un momento de pasión a una camisa en un agarrón.

Lo pasábais mejor en las vacaciones que hacíais para disfrutaros, y no en las que hicisteis para intentar salvar lo vuestro.

Te recompensa mucho más ver que aunque podría estar con otros, ella libremente elige estar contigo. Libremente.

Está mucho más guapa con la cara de miedo que pone al ver algunas pelis que con la de pánico que le sale cada vez que empiezas a pegarla. 

Y así sucesivamente.

Porque, si lo piensas, la suciedad siempre sale mejor con la parte blandita del estropajo que con la parte que araña. Y las cosas quedan relucientes y no marcadas de por vida.

25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

9 comentarios:

  1. Llorar descontroladamente, entre las hormonas y el tema en cuestión de este post, con la mesa llena de planos, bocetos, acuarelas..., autocad ''no responde'', photoshop va a trompicones, illustrator se ha cerrado, y la cama (esa gran desconocida) en stand by...

    No suelo comentar, pero has hecho que lo deje todo tal cual y me meta en la cama, que mañana es domingo; y además es el último de Noviembre.

    Gran post. (:

    M.

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  2. Está muy bien el post, pero por favor, no al laísmo.

    Laura

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    1. Iba a comentar lo mismo, genial la historia, la forma de narrarla y la expresión.
      Todo excepto esos "la das una hostia","la explicas", "reprocharla"...

      Gracias

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  3. Cuanta necesidad de sentido comun hay en este mundo...
    Gracias por escribir esto, y por dar una lección tan importante a muchos tipos sin alma....

    Ninguna mujer merece sufrir el miedo ni los golpes de alguien que se ha vuelto maltratador por sus miedos e inseguridades!

    Mil gracias

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  4. Muy bonito... Espero que palabras tan profundas sean por tu capacidad para hacer literatura de la buena, no porque hayas vivido algún momento de los que describes y eso te ayude a expresar tan bien todo esto.

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  5. Es, cuanto menos, extraño leer esto. Cuando has vivido algunas escenas. Por suerte para mí, jamás llegó el golpe y todo se quedó en palabras hirientes, discusiones y puñetazos a las paredes.
    Lo irracional de su forma de pensar cuando dejas todo por alguien y no le es suficiente. Que lo único que te queda a parte de él son los estudios y no le gusta porque "hay muchos chicos".
    Gran post, ojalá leer esto haga cambiar la forma de pensar tanto de ellos como de ellas.

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  6. Increible lo que escribes, me ha hecho pensar bastante. Creo que tengo que cambiar muchas cosas y esto ha sido de gran ayuda.
    Una alegria leerte por aqui o por twitter. Te sigo y te leo siempre, y siempre acabas alegrandome el dia, tienes esa gran capacidad. Las correcciones de proyectos me las alegras de vez en cuando.
    Lucia

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  7. "If you love something, set it free; if it comes backs it's yours, if it doesn't, it never was."
    Richard Bach

    Yo te querría libre, no para q volvieras, sino xq libre seguro q eres mucho mas sexy, y yo también.

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